El cine de artes marciales nunca me interesó . Ni Van Damme, Steven Seagel, Jackie Chan o el mismísimo Bruce Lee consiguieron entretenerme jamás lo más mínimo.
El otro día vi "Ong-bak", una película tailandesa que ha recibido varios premios y ha tenido una gran acogida del público y parte de la crítica. Está protagonizada por un fulano llamado Tony Jaa que reparte mamporros a diestro y siniestro, con gran clase y siempre por una causa justa.
El argumento es lo de menos, lo que interesa aquí son los combates, los saltos, las persecuciones y las volteretas laterales. Y es ahí donde este film es superior. La plasticidad de las peleas y lo original del tratamiento de las secuencias de acción, rodadas con gran inteligencia y sentido del ritmo sin perder ojo al público occidental son de reseñar. Así, tanto la secuencia de la persecución en el mercado con Jaa sorteando todo tipo de obstáculos que jamás encontraríamos en ningún país occidental a golpe de cabriolas imposibles, como la serie de combates que el sufrido protagonista r ealiza contra unos temibles contrincantes malos malísimos del mundo mundial dan buena muestra del saber hacer del director que consigue dotar de personalidad propia a la película, siempre fiel a los clásicos del cine de artes marciales oriental sin perder ni pizca de atractivo para el público europeo o americano. Y todo ello sazonado con algún que otro toque de humor y acompañado por una interesante banda sonora.
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